sábado, 16 de octubre de 2010

Los enfermos padecen un viacrucis en Amazonas



Caracas. Juan Piaroa lleva la cuenta. Hace 150 días que comenzó a sufrir de fiebre y a palparse una pelota cerca de su genital, que se inflama cada vez que sube la temperatura.
Para buscar un diagnóstico, Juan, del pueblo wotjuja (conocido como piaroa) que habita en San Pedro del Orinoco, en el municipio Autana (Ama), se fue a Puerto Carreño, Colombia, a San Fernando de Apure y ahora a Puerto Ayacucho, donde dice que aún no le han diagnosticado la enfermedad.
Como Juan, la mayoría de los 156 mil pobladores de Amazonas, cerca de 70% de ellos indígenas integrantes de los 20 pueblos étnicos radicados en la entidad, padecen un viacrucis cada vez que la lotería de las enfermedades toca la puerta, debido a la carencia de centros de salud dotados adecuadamente, con médicos, enfermeras y equipos para diagnóstico y tratamiento.
Rodar y rodar. "El viacrucis comienza cuando el indígena se enferma en su comunidad. En ese momento se decide si lo mandan en bongo o en avión, generalmente se lo trae el Grupo Aéreo N° 9 de la Fuerza Armada", comenta la ex directora del Hospital José Gregorio Hernández, de Puerto Ayacucho; y coordinadora del Programa de Extensión de la UCV, Cristina Ricciuti.
Cuenta la ex directora que cuando el paciente llega al hospital lo evalúan y si necesita tratarse un cáncer, por ejemplo, le buscan cupo en un centro de salud de Apure, Bolívar, Valencia, Maracay o Caracas.
"Después toca ubicar una de las tres únicas ambulancias que funciona en el estado, que para salir de aquí deben pasar por carreteras llenas de huecos. Dependiendo de la experiencia del paramédico y de que el vehículo no se dañe, con suerte lo hospitalizarán en el primer lugar al que lleguen. Si no, seguirán rodando hasta encontrar el punto definitivo. Lo más dramático es que aun cuando en el viaje lo acompañe un sólo miembro de la familia, al final, porque así es la cultura de los pueblos indígenas, otras cuatro personas, por lo menos, estarán con el paciente, pasando necesidades y gastando lo poco que tienen".
Más y menos. El segundo estado con mayor extensión territorial, con menos habitantes y de mayor dispersión poblacional, cuenta con un hospital tipo 3, dos clínicas privadas, dos clínicas populares de la gobernación, dos Centros Integral de Diagnóstico (Ayacucho y La Esmeralda); y 34 ambulatorios.
"El Hospital José Gregorio Hernández, afirma Josefina Meza, jefa del Servicio de Nefrología y ex directora de este centro, es un remiendo. Cuando fue inaugurado en 1957, no se concibió como un todo, sino que distintas gestiones le han agregado retazos. Hoy tiene nominalmente 150 camas, pero sólo se utilizan 100.
De los tres quirófanos, funciona uno para operaciones de emergencia. Los médicos para prepararse antes de la intervención quirúrgica, debemos lavarnos las manos en un pipote con agua estancada traída por cisternas, unas 12 diarias. Si se va la luz, algo muy frecuente en la zona, la planta sólo atiende áreas prioritarias".
El resto de la red de Salud trabaja limitada por el horario y los recursos, exceptuando los CDI, que de acuerdo con lo expresado por el director Regional de Salud, Miguel Hernández, cuentan con laboratorios que han ayudado al diagnóstico y reporte temprano de enfermedades como el dengue.
Sin embargo, Ricciuti y Meza coinciden que debido a fallas en la red primaria y a una cultura de los usuarios, al José Gregorio Hernández llegan todos los que manifiesten un padecimiento, "desde un dolor de muela hasta un herido de bala", expone Ricciuti.
Hernández indica que en la entidad sólo hay un banco de sangre y un incinerador de desperdicios hopistalarios, ubicados en el José Gregorio.
Pero no hay tomógrafo, ultrasonido, resonador magnético, trauma shock, ni unidades de cuidados intermedios, neonatales e intensivos, tan necesarios en esta región.
Se buscan médicos. Dice el director de Salud que existen 56 vacantes para médicos en la red primaria y se necesitan cerca de 100 enfermeras.
Para el primero de los casos, no encuentran debido a los bajos salarios y costo de viaje, entre otros factores. En el segundo, los cargos no se han creado.
Gracias a los 50 profesionales formados en la Escuela Latinoamericana de Medicina, en Cuba, integrantes del Batallón 51, a 150 cubanos y 50 médicos venezolanos, se han logrado paliar las deficiencias.
Sobre la falta de medicamentos e insumos, el director de Salud aclara que desde hace cinco años han funcionado con presupuesto reconducido (el mismo monto) y el de 2010 es menor en 10%. Además, padecen las consecuencias de hurtos.
"La solución se encuentra en la puesta en funcionamiento del Centro de Alta Tecnología (CAT) que construía la Alcaldía del Municipio Átures desde hace tres años y que en 20 días culminó la Empresa Alba Caracas, convenio Cuba-Venezuela, y del Hospital General del Sur, obra que ejecuta la Gobernación de Amazonas con recursos del Fides, también rezagada desde hace tres años", detalla Hernández.
En Amazonas florecen las obras inconclusas
César Batiz
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